
Se podría resumir, en parte, diciendo que se nos quedó pequeño del dojo. En el todo, es lo de casi siempre, disfrutamos del momento, de los amigos, del aikido; e incluso nos dejamos convencer por Guillermo de que teníamos que acordarnos de sonreir durante la práctica. Demasiadas cosas difíciles a la vez para tan corto curso. Habrá que segir practicando en el dojo. Lo que nos pasa siempre.
Enlace a la entrada de Abel Rubio publicada en el blog de Aetaiki-Aikikai de España