Del placer de poder entrenar con viejos amigos, al placer de descubrir a nuevos compañeros. Y a partir de una práctica intensa ser capaz de dominar el ego y dejarnos absorber, al igual que cuando éramos principiantes, dentro de la vorágine de nuevas sensaciones, ¿quizás nuevos trabajos o simplemente una nueva visión, más madura, de los hechos, por nuestra parte? nos aportan savia nueva para mantener la pasión y las ganas de seguir intentando vislumbrar de que va esto del aikido.
Sí, otros dos años son mucho tiempo, pero bueno, ya veremos como vienen dados los vientos de la esquiva fortuna.