No hay como cruzar el Negrón para vivir en otra realidad climática. Entrar en León y sufrir los rigores del calor fue todo uno. Puedo aseguraros, que para mí, fue la primera vez en más de veinticinco años, que yo recuerde, que al pisar un tatami me haya sorprendió con la contundencia de lo caliente que este estaba. Menos mal que las noches, todavía eran las de mayo y refrescaron el polideportivo para el gran día del domingo. Pero a este punto ya llegaremos más adelante.
El ambiente también fue caldeado, ya que en este multitudinario curso que impartió nuestro Shihan, el maestro Tomás Sánchez, nos dejamos ver de casi todos los rincones de España. No me voy a entretener en lo de siempre, en pormenorizar el gran trabajo desarrollado, continuando a mi entender con las propuestas del curso de Alto Nivel. A más de uno les debió producir extrañeza las reflexiones de Tomás sobre lo que él entiende que es el aikido, al no poder entender la relació de estas explicaciones con la puesta en común que tuvimos hacia tan sólo una semana en su gimnasio. Del nivel técnico no hay que hablar, ni de los detalles, que para eso está el entrenamiento. Simplemente comentaros que durante la práctica, en cuanto te despistabas un poquito,
enseguida cruzabas la mirada y con ello el comienzo la práctica, con sextos danes, y quintos danes, y de ahí para abajo todo el elenco de numeración que os imaginéis. Todos entrenando con pasión y celo, por lo cual, el que no salió de allí con la sensación de haber aprendido algo, mucho, y bien, es por que no fue. Imposible que no se te pegase nada ante tanta calidad.
Desde aquí no quiero perder la oportunidad de acordarme de Juan y desearle una rápida recuperación, -o lenta pero segura- porque te estamos esperando, esta vez no puedo ser, pero ya sabes que eres el siguiente de la lista.