Del fin de semana en Cabezón de la
Sal, no hay mucho que destacar, ya que solo se trató de una clase entre
amigos y un poco en la sombra. Se trataba
de mostrar el Aikido en un lugar donde íbamos a la aventura. Por suerte en el tapiz encontramos: la dureza del suelo y el buen hacer del
maestro Guillermo con alguno de sus alumnos. Si bien no éramos muchos, pudimos
disfrutar un buen rato, de una estupenda práctica y una rica cerveza al
finalizar. Lo más reseñable del día fueron las sensaciones que nos transmitió el maestro
Guillermo, que siempre nos hace plantearnos lo mucho que nos queda por
aprender. Espero que en la práctica nunca deje de sentirme así....
Gracias a los compañeros de
Cantabria por su trabajo y, a la empresa
Serviocio por apoyar el Aikido en sus instalaciones, donde espero de corazón que
se llegue a formar un grupo.
Paco