Pero a lo que iba, que nada mas llegar a las instalaciones y encontrarme con los compañeros habituales el miedo dejó paso al disfrute del momento. Disfruté con cada explicación y cada propuesta de nuevos ejercicios, con la elegancia de los gestos, en cada detalle técnico que intentaban transmitirnos, de los compañeros, de la luz del polideportivo, del frescor... de todo.
Y en ese todo no puedo olvidarme del grandísimo buen hacer de Jose, que coordinó -creo que con él mismo, y su familia- todo el esfuerzo del curso, mimó todos los detalles para que estuviésemos lo más a gusto posible, en todo momento y circunstancia, cuidando hasta los más nímios detalles.
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No podríamos olvidar tampoco, para hacer justicia, -y es algo que quedará en los anales del "aikiasturismo"- la inspirada excursión, en la que casi sin esfuerzo, entre ermitas y brezo, sobre el ondulante cordal de la sierra de Pando, nos elevó hasta el Pico Cuervo para disfrutar de una confraternizada puesta de sol. Sin comentarios. Para vivirlo.