Cuando uno tiene a la posibilidad de asistir a un curso de Alto Nivel de aikido, durante todo un fin de semana, lo primero que le viene a la cabeza es la del privilegio de poder participar y, lo segundo, la imagen de un dojo, con un grupo de tíos entrenando con potencia durante horas -un grupo a tope de testosterona-. O lo que es lo mismo: A uno le impone mucho respeto el tema... y un poquito de miedo, la verdad.

Pero claro, tanta filosofía fue sin perder de vista la técnica y la práctica -y en cantidad y calidad-. Afianzando los cimientos, ya sabéis, la inspiración te tiene que pillar entrenando.